viernes, 18 de septiembre de 2009

El perdón a Fernando Noriega

Lourdes Encinas Moreno

La madrugada del 15 de marzo de 2009, Denisse Fimbres Oquita y Víctor Quiros Beltrones, de 22 y 25 años de edad, murieron bajo las ruedas del pick up que Fernando Noriega Soto, de 19, conducía en estado de ebriedad.

Denisse y Víctor no tuvieron oportunidad de reaccionar y tratar de salvarse, pues al momento del suceso dormían, junto a su perro mascota, en una tienda de campaña en la playa de Bahía Kino.

Fernando, proveniente de una familia incrustada en las altas esferas de la sociedad sonorense y del Opus Dei, fue arrestado y a la postre trasladado al Cereso II, donde se interna a los presos de baja peligrosidad y/o en preliberación.

A diferencia de cualquier otro detenido sin grandes apellidos, Fernando nunca fue presentado a los medios de comunicación, y preguntar sobre su paradero o situación jurídica provoca la reacción iracunda del procurador estatal, Abel Murrieta.

Este caso fue el primero en Sonora en el que se demostró el impacto de las redes sociales de internet, pues familiares de las víctimas crearon en Facebook el grupo ‘Por la verdad de Denisse y Víctor, que alcanzó casi los 6 mil adeptos en unos cuantos días.

La exigencia de justicia de la familia, fue secundada por centenares de ciudadanos en blogs, comentarios a medios, y hasta cuando los acompañaron a una manifestación a las afueras del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora (STJES).

Incluso, a inicios de junio, un hermano de Víctor tuvo un enfrentamiento con dueños de El Imparcial, quienes se negaban a publicarle un desplegado en el que se cuestionaba el traslado de Fernando del Cereso I al II, con quien les une lazos familiares y religiosos.

Ayer, el presidente del STJES, Max Gutiérrez Cohen, confirmaba la liberación de Fernando Noriega Soto desde el pasado viernes, al recibir el perdón de las familias de Denisse y Víctor, además del desestimiento de la acción penal por parte de la Procuraduría General de Justicia del Estado.

Al no haber ya delito que perseguir, el joven Fernando queda libre de culpa y no resulta ‘fichado’, es decir queda con un expediente ‘blanco’, sin antecedentes penales.

Todas estas, acciones que la ley permite.

¿Qué decir a todo esto?

Primero, no tenemos por qué cuestionar el perdón otorgado por las familias de Denisse y Víctor, esos son motivos muy personales que hay que respetar… Claro, confiar en que no hayan recibido ningún tipo de presión para ello.

Segundo, sin temor a equivocarme le digo que si los apellidos de Fernando hubieran sido los de un común ciudadano, no hubiera recibido el trato preferencial que recibió durante todo el proceso, que además es la percepción que queda en la sociedad.

Tercero, ojalá que Fernando haya aprendido la lección de vida y muerte que a tan corta edad le ha tocado experimentar, porque las consecuencias de su imprudencia tuvieron consecuencias fatales que marcaron para siempre la vida de tres familias, y la suya propia.

Ojalá que la lección aprendida por Fernando no sea que en este país y en este estado, se puede salir, o aminorar cualquier problema, gracias al nivel de influencias que se tengan.

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